“Ciertamente, estamos preparados para el retorno del PRI a la presidencia de la República porque, gracias a mí, vivimos la alternancia y se consolidó la democracia”.
Esta sería una de las frases que el expresidente Vicente Fox grabaría en un próximo spot para apoyar a Enrique Peña Nieto, el candidato presidencial del partido al que alguna vez el guanajuatense calificó como un nido de “tepocatas y víboras prietas”.
El amargo spot que Vicente Fox protagoniza a favor del retorno del PRI a la presidencia de la República sólo confirma lo que muchos sabíamos desde el año 2000: el exgerente de la Coca-Cola se vendió como el primer producto de la mercadotecnia política televisiva que iba a lograr el “cambio” con la sola percepción favorable de que un individuo, con desplantes de ignorancia y bravuconería, acabaría con décadas de estructuras autoritarias.
Por supuesto que no lo logró. Los promotores de aquel “voto útil” a favor de Vicente Fox –muchos de ellos exsimpatizantes del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas– se desencantaron desde el primer año de la administración de la alternancia fallida.
Fox no sólo traicionó los anhelos de cambio democrático. Encabezó una de las peores administraciones en los últimos años, marcadas por la frivolidad de la “pareja presidencial”, la corrupción de los hijos de Marta Sahagún y la incapacidad de un personaje para frenar el avance de los poderes fácticos que hoy atenazan la estabilidad del país (el crimen organizado y el poderío de las televisoras, principalmente).
No es extraño que a 12 años de distancia, Fox ahora encabece el “voto útil” a favor de Peña Nieto, el representante de la nueva ola priista con las viejas prácticas de siempre. Lo extraño es que los panistas se escandalicen de quien siempre menospreció la doctrina y las reglas del juego del partido fundado por Gómez Morín.
La reacción de Enrique Peña Nieto frente al apoyo de Fox confirma lo que desde hace meses se venía gestando entre Toluca y el rancho San Cristóbal: un acuerdo político de protección e impunidad contra el exmandatario panista que tiene muchas cuentas pendientes por las corruptelas de los Bribiesca y los desastres de su administración.
“Yo no tengo más que agradecimiento al expresidente por estas expresiones que ha tenido. Me parece que es una visión muy pragmática. Él señaló que lo importante es dar espacio a quien va en la delantera de esta competencia, consolidarla, y a partir de ahí lograr una gestión de gobierno que tenga mayores capacidades para que lo que tiene que hacerse por México realmente se materialice”, afirmó Peña Nieto en rueda de prensa.
A pesar de la retórica típica de los discursos que no dicen nada explícito, la reacción del exgobernador mexiquense tiene varias lecturas entre líneas.
La “visión pragmática” de Fox es simplemente la otra manera de nombrar el oportunismo. Apenas hace cinco años, Fox se volvió a ufanar de que él derrotó “dos veces” a Andrés Manuel López Obrador y que, en buena medida, Felipe Calderón le debía la presidencia de la República. Ojalá y los peñistas no tengan que pagarle altos réditos al guanajuatense por algún favor en el futuro.
La misma “visión pragmática” es la misma que alienta a los exdirigentes nacionales del PAN y del PRD, Manuel Espino y Rosario Robles, a sumarse a la campaña de Peña Nieto. Estos dos personajes firmaron hoy un acuerdo de adhesión denominado pomposamente Plan de la Concertación Mexicana.
Durante este sexenio, Espino no dejó de acusar a Calderón de aliarse a los priistas para gobernar, y ahora se suma a la ola peñista con el penoso antecedente de su detención por violar la norma que marca el alcoholímetro capitalino.
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