domingo, 10 de junio de 2012

La Trata de Personas conocida como la esclavitud del siglo XXI, cobra diferentes formas de manifestación como la mendicidad, matrimonios serviles, trabajos o servicios forzados, esclavitud, extracción de órganos, tejidos o componentes, la explotación sexual y la laboral; siendo esta última la modalidad más recurrente entre los victimarios y en ocasiones, la menos evidente como sucedió con Sebastián y Rubén:


Sebastián, originario de una pequeña comunidad del Municipio de Pedro Escobedo en Querétaro, era un jefe de familia de quien dependían su esposa embarazada y sus tres pequeños hijos, dedicado a tallar cantera, su esfuerzo era superior al ingreso que percibía, pues por cada pieza que dejaba “bien limada”, ganaba un peso y al día sólo alcanzaba a tener listas un promedio de cincuenta y siete piezas.


Mientras tanto, en el Municipio de El Oro en el Estado de México, Rubén se encontraba recién casado y acababa de perder su única fuente de ingreso, al ser vendido el taxi que manejaba.


Desde sus lugares de origen, ambos vieron publicados anuncios de una “Agencia” contratista que solicitaba personas con conocimientos de albañilería para colaborar en la construcción de un complejo turístico y con disposición para cambiar de residencia de forma temporal a cambio de un sueldo de trece mil pesos mensuales.


Sebastián, de inmediato se puso en contacto con la “Agencia” para pedir más información. La mujer que contestó el teléfono le comentó que el trabajo ofrecido era en las Islas Bimini del Caribe. El viaje, los permisos para trabajar y las comidas, corrían por cuenta de la misma, sólo necesitaba presentarse para una entrevista en sus oficinas del Municipio de Querétaro, presentando carta de antecedentes no penales y pasaporte vigente. Tan pronto como pudo y después de haber trabajado más horas durante el día para completar el dinero del pasaje, acudió a la cita donde lo recibió la Señora Isabel, informándole que su esposo de nombre Joaquín sería quien en lo sucesivo coordinaría todo, le mostró fotos sobre el lugar donde iría a trabajar y le pidió firmar un contrato redactado en inglés, a lo que Sebastián accedió sin dudarlo.


A Rubén por su parte, lo citaron en Atlacomulco, ahí se entrevistó con Silvino, sobrino de Isabel y Joaquín, quien le mostró las fotos de las Islas, y al saber que era recién casado le ofreció como cortesía tres días de vacaciones con su esposa una vez terminado el complejo turístico, ante tal ofrecimiento, Rubén de igual manera firmó el contrato en inglés.


Llegó el día del viaje, ambos llegaron al aeropuerto de la Ciudad de México y se conocieron en la fila para documentar el equipaje, una vez que lograron abordar, entre pláticas se percataron de que cerca de la mitad de las persona sentadas en el avión, habían sido contratadas para la misma labor. El viaje que duró poco más de tres horas fue suficiente para que Rubén y Sebastián entablaran una buena amistad.


Una vez que llegaron al lugar, les retuvieron sus documentos y los ubicaron en galerones que compartirían con otros cien hombres procedentes de Querétaro, Chiapas, Estado de México, Puebla y Venezuela, quiénes los recibieron con la frase “bienvenidos al infierno, difícilmente saldremos de aquí”.


Al día siguiente, trabajaron aproximadamente catorce horas en condiciones extremas bajo el sol, sin una gota de agua; su comida consistía en arroz cocido y frijoles dos veces al día, con la prohibición expresa de comunicarse con alguien.


Una vez concluido el primer mes de trabajo y al solicitar su sueldo, recibieron como respuesta una negativa, basada en una cláusula del contrato que señalaba que cedían a Ricardo su emolumento como pago por los gastos del viaje y alimentación. Entre sorpresa y enojo solicitaron entonces regresar a México porque las condiciones de trabajo no fueron las prometidas, sin embargo, fueron amenazados de cárcel por no querer pagar lo supuestamente adeudado.


Laboraron en esas condiciones cerca de tres meses, hasta que un día Rubén tuvo un accidente que le costó algunas vertebras fracturadas al caer de un sexto piso; los explotadores lo abandonaron en un hospital gravemente herido y desde ahí, el mexiquense contactó a su esposa encomendándole avisar a las autoridades y familiares de Sebastián.


Angustiada, la mujer hizo lo que le solicitó su esposo. Recurrió a diversas autoridades y aunque al principio no tuvo respuesta su voz terminó por hacer eco a través de diversos medios de comunicación, logrando captar la atención e interés en la repatriación de estos mexicanos que se encontraban en condiciones de esclavitud.


En esta historia, quisiera dejar patente una de las estrategias asumidas por quienes se aprovechan de la explotación de sus semejantes: ofertar oportunidades laborales atractivas y cómodas que dan la impresión de seriedad por parte de agencias que existen sólo unos días y luego desaparecen.


Las formas de enganche y explotación son tan diversas y sofisticadas que se vuelve compleja su identificación sobre todo cuando no hay conocimiento del tema. En Querétaro contamos con un tipo penal que nos permite castigar a quienes obtienen un lucro por la explotación laboral y otras manifestaciones, sin lugar a dudas la denuncia es la mejor arma que tiene la sociedad para prevenir e investigar este lacerante delito.


¡Denuncia!


Procuraduría General de Justicia del Estado de Querétaro


PGJ


Teléfonos: 01800 975 57 76


238 76 76


Fiscalía Especial para los Delitos de Violencia contra las Mujeres y Trata de Personas FEVIMTRA


Teléfono: 01 800 00 854 00


Correo electrónico: fevimtra@pgr.gob.mx


Correo electrónico: miguelparrodi@hotmail.com

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