miércoles, 15 de agosto de 2012




 (Referida por el señor Efrén Irineo Librado, habitante de Santa Clara de Juárez, localidad del municipio de Morelos).

Imagen ilustrativa
San Bartolo Morelos, Mex. 15 de Agosto de 2012.- En una época pretérita, los bosques de Morelos eran muy densos, tanto, que resultaba casi imposible penetrar en ellos. Pese a tales condiciones, muchas personas de la región, que poseían rebaños muy grandes, se veían obligadas a salir a pastorear muy lejos, en esos sitios que, además de ser boscosos, albergaban abundantes coyotes, gatos monteses y serpientes…

Un día de agosto, cierto joven llamado Pedro salió de su hogar para apacentar, en el monte, las numerosas ovejas y cabras de su padre; llegó a un claro del bosque donde había varios manantiales, lugar que le pareció adecuado para dar de beber a sus animales. Allí permaneció gran parte de aquel día, recostado sobre la hierba y atento al menor indicio de movimiento entre los arbustos, porque los coyotes atacaban inesperadamente el ganado.

Repentinamente comenzó a llover y el joven miraba a su alrededor con cierto recelo; pronto notó que aquel lugar le resultaba desconocido, pese a que se jactaba de conocer, casi como la palma de su mano, el bosque entero.

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La lluvia torrencial cesó por fin y Pedro se dispuso a conducir su rebaño fuera del claro, pero no lograba hallar una sola vía. Mirara adonde mirara, sólo podía ver un denso cerco de árboles. ¿Cómo había logrado entrar allí? Ni él mismo lo sabía. Su angustia crecía a cada minuto y sus ovejas y cabras parecían impacientes. Se vio obligado a seguir buscando un sendero que le permitiera salir de allí, y mientras lo hacía, vio a una enorme serpiente que se deslizaba lentamente sobre la hierba. Pedro quedó estupefacto cuando el reptil cambió de dirección y se dirigió hacia donde él estaba.

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El animal se acercó más y más hasta tocar con su lengua bífida los pies del desdichado pastor, que se encontraba prácticamente paralizado. Creyó que la serpiente iba a morderlo. Cerró los ojos, esperando que de un momento a otro se le hundieran en  la piel los agudos colmillos. Después de algunos minutos de espera, decidió abrir los ojos. La serpiente había desaparecido y, a los pies de Pedro, sólo se encontraba un pequeño saco de cuero, repleto de monedas de plata.

Actualmente, las personas esperan a que una serpiente se les aparezca y se vuelva a repetir la historia de Pedro.








Publicado por: Zaideth Tiburcio Irineo@radioatlacomulc

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1 Comentarios :

Anónimo dijo...

no mamen mejor ponganse a trabajar que en la actualidad jamas va a pasar eso